lunes, 10 de febrero de 2014

Campo a través en la dehesa de Extremadura

Ayer viví en el Gran Premio de Cáceres cross en estado puro, como hacía tiempo que no lo hacía. Frio, viento, lluvía, cuestas, etc y todo ello en un precioso paisaje de la dehesa extremeña.

Desde que volví a correr después de ser madre, abandonar no entra en mis planes. Aunque las circunstancias no sean favorables y no me encuentre bien, mi objetivo es, por lo menos, acabar.

El cross nunca ha sido mi especialidad, he tenido mejores y peores resultados. Normalmente los buenos resultados los he conseguido en crosses en los que “se podía correr” es decir, en los que a pesar de disputarse por tierra, era un terreno duro y sin muchos desniveles. Ayer el circuito era todo lo contrario, no sé si había un tramo llano, y sí mucho barro.

foto de Lupe Rangel


De camino al circuito en coche, llovía incesantemente y yo me preguntaba "¿qué necesidad tengo de correr un cross así?. Llevo un par de semanas sin mucha continuidad en los entrenamientos, me va a tocar sufrir".

Asumiendo que no iba a ser una gran actuación, decidí correr y disfrutar de un auténtico cross y ¡vaya si lo hice!. Fue un auténtico placer subir y bajar por las laderas de la dehesa, correr por el barro, meter los pies en los charcos, y saltar los riachuelos que se formaron por la lluvia.

Foto de Lupe Rangel


Desde aquí, felicitar a la organización, voluntarios y jueces que aguantaron la lluvia durante toda la mañana. Si a los atletas nos parece épico correr en esas circunstancias, no me quiero imaginar cómo terminaron los voluntarios y jueces que había por el circuito paraguas en mano sin moverse de un punto carrera tras carrera. A veces nos centramos sólo en las actuaciones de los atletas y no nos damos cuenta de todo el trabajo que hay detrás.

Así terminé después de correr

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